REFLEXIONES SOBRE LA SATISFACCIÓN QUE DA EL ESFUERZO.

¡Ah…! ¡Los años sesenta del siglo XX! Las flores y la paz… Hagamos el amor y no la guerra… las formas y los colores psicodélicos, las nuevas ondas y estilos de música… hippies varones con el pelo largo y mujeres con faldas largas y vaporosas, flores en el pelo y sin sostenes…, los Volkswagen Westfalia pintados con flores y símbolos de amor y paz, la vida en comunas, el amor libre, el ecologismo y el amor por la música y las artes.

Todo tan bello, rosado y optimista, tan candoroso e ingenuo. 

En una perspectiva de poco más de 50 años, da pena que todo ese idealismo no haya sido más que una pura utopía, lejana a años luz de la verdadera realidad que vivimos en la tercera década del siglo XXI.

Entre los símbolos de la época, codo a codo con el festival de Woodstock y la película Hair, están Los Beatles y, en especial, su tan famosa canción Lucy in the Sky with Diamonds, en la que muchos vieron y ven hasta hoy el lado más oscuro o siniestro de esa misma época: el consumo de drogas.

Sobre este tema quiero obsequiar a mis lectores con algunos pasajes imperdibles de las conversaciones del libro «Charlas desde el techo» por Modi Brodetzki (traducido por mí del hebreo), que describe los encuentros entre un psicopedagogo y un alumno de secundaria con dificultades de aprendizaje.

(En las conversaciones copiadas del libro a continuación, lo expresado por el alumno, Yuval, está destacado, mientras que lo que dice el profesor tiene una tipografía normal)

«[…] Una de las actitudes de las que quiero hablar considera que la satisfacción puede lograrse si conseguimos lo que queremos sin necesidad de esforzarnos para conseguirlo.

Las personas que piensan así se enfocan principalmente en el lado material de la vida.

Quieren tener éxito en sus carreras sin trabajar duro. […] Ven en el esfuerzo algo molesto y agotador que interfiere en los placeres de la vida. […]

El deseo de liberarnos del trabajo duro es muy conocido, por lo que no hay necesidad de adentrarnos más en el tema.

Pero dentro del grupo de personas que huye del esfuerzo existe otro grupo más pequeño que va más allá.

Me refiero a los que toman drogas o se emborrachan. Dichas personas, cuando afrontan situaciones en las que la realidad les exige esforzarse y lidiar con dificultades, prefieren tomar otros rumbos en los que la realidad parece más fácil y agradable. 

No me diga que está a favor del uso de drogas. 

Cuando tenía más o menos tu edad, los The Beatles lanzaron la canción Lucy in the Sky with Diamonds («Lucy en el cielo con diamantes»).

Según una opinión generalmente aceptada, la canción contenía una incitación directa al uso de drogas del tipo LSD.

En aquella época, incluso había profesores en las universidades, especialmente de Estados Unidos, que hablaban de las ventajas del uso de drogas. […]

No me apresuré a dejarme tentar por las promesas de los Beatles o de profesores de renombre. Me puse a investigar. 

¿Qué droga probó?

¿Por qué crees que probé alguna? 

¿No ha dicho que se puso a investigar? 

Sí, pero pensé que antes de probar las drogas sería más prudente investigar qué tal les iba a esas «personas felices» que las consumían y escuchar qué opinaban ellas.

Mi investigación fue sencilla. Busqué consumidores de drogas felices.

Quería encontrar por lo menos a uno que pareciera feliz.

Pero, para mi sorpresa o, si te parece mejor, mi desilusión, la realidad que vieron mis ojos fue totalmente opuesta. […]. Los verdaderos hechos narran una historia totalmente distinta.

Cualquiera que quiera evadirse del esfuerzo e intente hallar satisfacción bajo la influencia de productos alucinantes, se encontrará al final tirado en su habitación o en una esquina de la calle, temblando, indefenso, atormentado, impotente y miserable. «El cielo de diamantes» solo existe en la canción de los Beatles. […]

Entonces, ¿por qué las siguen consumiendo? ¿Y por qué tantas personas deciden comenzar a tomarlas?

[…]. El alma humana es muy compleja.

Lo que has preguntado nos puede conducir a conversaciones muy interesantes, pero prefiero seguir indagando sobre qué es lo que nos da satisfacción en la vida.

Si hasta el momento hemos hablado sobre las personas que desean hallar la felicidad evadiéndose del trabajo duro, hay quienes piensan de una manera totalmente opuesta.

Me refiero a aquellas que desean encontrar sentido y placer en su vida diaria precisamente de una forma que incluya esfuerzo y arduo trabajo.

Son quienes eligieron una profesión que les interesa e invierten en ella mucho esfuerzo, no solo para ganar más dinero, sino porque se sienten atraídos por grandes desafíos y encuentran en ellos y en las dificultades que suponen la gran satisfacción de sus vidas. […] Todas las personas que eligen conscientemente esforzarse de una manera u otra saben que siempre habrá dudas, indecisión y fracasos.

Y, a pesar de ello, eligen la senda más retadora y difícil y dedican a ella la mayor parte de su tiempo.

[…]

Para resumir esta parte de la sesión quiero ponerte un ejemplo que me parece muy bello, interesante e incluso sorprendente. Trata de no caerte de la silla.

Dime, ¿qué dirías si te preguntara qué piensas que hacen las personas en el Paraíso? 

Usted ya ni siquiera está sentado en el techo. ¿De dónde ha sacado semejante pregunta? Entiendo que no tengo más remedio que contestar, ¿a que sí? Bien, se lo diré: pienso que probablemente se lo pasan estupendamente, con fiestas y películas. ¿Qué quiere que le diga?

Enseguida verás adónde quiero llegar. En el Génesis, capítulo 2, hay un párrafo que me llamó la atención:

«Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén…». Ahí me detuve por un momento, tratando de pensar qué le esperaría al hombre en ese maravilloso lugar.

Si el autor del Génesis hubiera escogido el rumbo que has sugerido, pienso que ese párrafo hubiera dicho: «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén…» para rascarse el ombligo, o algo por el estilo. Sin embargo, el autor del Génesis optó por finalizar el párrafo de una manera completamente diferente.

Ese párrafo entero que me resultó tan sorprendente dice así: «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén para que lo labrara y cuidase». 

No entiendo… ¿Qué es exactamente lo que lo sorprendió? 

Vuelve a leerlo. Dime, ¿no esperarías que el huerto de Edén o el Paraíso fuera un lugar de descanso total y maravilloso?

Si crearas el mejor lugar del mundo, ¿añadirías que sus huéspedes deberán participar en las labores de mantenimiento y cuidado del huerto?

Este versículo no solo me sorprendió, sino que me emocionó.

Percibo que la persona que lo escribió no trata de engañarme con falsas promesas. No me ofrece ninguna ilusión del tipo de Lucy in the Sky with Diamonds.

Me trasmite una verdad sencilla, cuyo profundo significado sigo aprendiendo día a día. Su mensaje es claro:

No te engañes con falsas ilusiones sobre un descanso eterno.

Si deseas optar por una vida buena y correcta, tu labor principal será la de cuidar el huerto, que es en realidad tu vida.

El libro «Charlas desde el techo» (Encuentros entre un adolescente con problemas de aprendizaje y un pedagogo poco común) está en venta en Amazon en versión digital y tapa blanda.

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