La historia no tan conocida del agente de inteligencia más creativo de Inglaterra, nacido en Jaffa, Palestina, por entonces parte del Imperio Otomano.

Por Yaakov Ben Cnaan, historiador e investigador de la historia de Israel, residente en Kfar Vradim, Galilea Occidental, Israel.

En el año 1892 nacía en la colonia americana-alemana de Jaffa un bonito bebé que recibió el nombre de Ionah. Su padre, un aristócrata ruso y naturalizado alemán de nombre Plato Ustinov (si el hombre Ustinov os suena conocido, verán más adelante el porqué), se había asentado en Jaffa en 1878, donde vivía del dinero obtenido por la venta de sus propiedades en Rusia. La madre del recién nacido,  Magdalena, era hija de un judío convertido al cristianismo y una mujer etíope.

Hasta los trece años estudió en la escuela templaria de la colonia. Luego lo mandaron a seguir sus estudios en Alemania y más tarde en Francia. Su padre quería que fuera arqueólogo, pero el joven Ionah quería ser diplomático. Lo atraía la idea de viajar, vivir en el extranjero y encontrarse con personas importantes e interesantes. En la Universidad de Berlín cursó estudios de Derecho y de Árabe Clásico, este último para complementar el idioma árabe moderno que conocía desde su niñez en Jaffa. Al estallar la Primera Guerra Mundial Jonah Ustinov se alistó, como ciudadano alemán, al ejército alemán, donde sirvió en la Fuerza Aérea. Durante la guerra fue galardonado con varias medallas de excelencia y cuando esta finalizó comenzó a trabajar como periodista para una agencia de noticias alemana en Ámsterdam.

Este chico nacido en Jaffa se convirtió en un hombre de destacada personalidad. Hablaba el árabe, inglés, francés, español e italiano. Contaba con una variedad de talentos: era perspicaz, alegre y sociable, amaba la buena vida, sabía contar historias y chistes de manera cautivante y tenía amplios conocimientos tanto en áreas importantes como en otras menos trascendentales. Su extraordinaria capacidad para comunicarse con las personas lo posicionaba siempre en el centro de cualquier entorno social.

A pesar de ser de baja estatura (157 cm) era un «Don Juan» que sabía encantar a las mujeres con su colorida personalidad. Su mujer fue quien le dio el apodo «Klop» (en ruso: piojo). Según ella, tal como los piojos saltan de lugar en lugar, así saltaba Klop de cama en cama entre sus amantes. El apodo de Klop se le quedó adherido y lo siguió acompañando hasta el final de sus días.

Klop trabajó muchos años como periodista en la agencia alemana “Wolf”. Desde principios de la década de 1930 trabajó como agregado de prensa en la Embajada Alemana de Londres. Con el ascenso del nazismo, se dio cuenta de que la política alemana nazi era contraria a su visión del mundo. Al igual que a todo el resto del personal diplomático alemán, se le requirió demostrar su origen ario. Sin embargo, como se menciona al principio de este artículo, por sus venas corría la sangre judía y la sangre etíope. La respuesta que dio a sus superiores fue: «que primero demuestre Joseph Goebbels (ministro de Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich) su origen ario, luego estaré dispuesto a hacerlo yo también». Al negarse a cooperar con dicho requisito, lo despidieron de su trabajo en la embajada. Fue entonces cuando decidió emigrar a Inglaterra.

Durante su trabajo como agregado de prensa en Londres, Klop fue reclutado por el Servicio de Seguridad británico y utilizó la posición que había tenido en la embajada para proporcionar información sobre Alemania. Sus superiores se dieron cuenta inmediatamente de que Klop era un valioso recurso para la Inteligencia británica por su personalidad y por ser un periodista experimentado y contar con amplios contactos entre la comunidad de inmigrantes de Alemania y Rusia en el Reino Unido. En 1935, Klop se hizo agente y pasó a formar parte del Servicio de Seguridad Británico (MI5).

La casa de Klop sirvió como un lugar de encuentro para fiestas y recepciones de altos funcionarios alemanes y británicos. Klop reclutó al primer secretario de la embajada alemana en Londres y lo convirtió en la fuente más importante que tenían los británicos en los años previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su reputación ascendió rápidamente tras conseguir reclutar agentes del organismo de inteligencia del ejército alemán, y sus agentes proporcionaron información de la más alta calidad. Su nombre surgía en las conversaciones de toda la comunidad de Inteligencia británica. El jefe del Servicio de Seguridad dijo sobre él: «HE IS THE BEST AND MOST INGENIOUS OPERATOR I HAVE KNOWN».

Gracias a los agentes que reclutó, los británicos tenían una idea exacta de los planes de Alemania y de su abastecimiento de armas antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Klop siguió en el Servicio de Seguridad hasta 1957. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial (y durante la Guerra Fría) se dedicó principalmente a frustrar las actividades de la Inteligencia Soviética en Gran Bretaña. También en este campo tuvo mucho éxito.

Klop no volvió a visitar su tierra natal desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta su muerte, en 1962. Fue su famoso hijo, el actor, director y escritor Peter Ustinov, quien cerró el círculo de la conexión de su familia con la tierra de Israel. Cuando viajó a dicho país en los años 80, visitó la casa donde había vivido su familia en la colonia americano-alemana de Jaffa y mostró gran interés por las experiencias de su abuelo. Peter Ustinov describió su visita en Israel en su libro autobiográfico «Dear Me» (en inglés, no he encontrado una versión en español), cuya primera edición fue publicada en 1977. Para quienes se interesen en el tema, además de la autobiografía de Peter Ustinov, está también el libro «The Bedbug» (también en inglés) que cuenta justamente la historia de este hombre que fue considerado como «el espía más ingenioso de Gran Bretaña»

 

 

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