Todos sabemos que si la humanidad no encuentra muy pronto soluciones verdaderamente efectivas, este planeta no podrá seguir siendo habitable por mucho tiempo más. No solo nuestros nietos, sino que incluso nuestros hijos tendrán ya problemas para sobrevivir, y ni que hablar del resto de las criaturas vivas del planeta.
También somos conscientes de que la única manera de mejorar las cosas es hacer un esfuerzo, un verdadero esfuerzo, por cambiar nuestras cómodas costumbres:
dejar de usar toneladas de plástico y nilón, desistir de cambiar cada pocos años nuestros automóviles y muebles, así como nuestros móviles, ordenadores y demás dispositivos electrónicos; hacer un verdadero esfuerzo por reciclar, usar menos agua, podar menos árboles, comer menos alimentos derivados de animales, y la lista se alarga infinitamente.
Por otro lado, si bien lo sabemos y hablamos, del dicho al hecho hay mucho trecho.
En Israel (supongo que así como en casi todo el mundo) no es fácil convencer a todos a desistir de hacer lo que nos gusta y nos resulta cómodo cuando el peligro no parece inminente o inmediato.
Cuando lo sabemos en el nivel de la conciencia, pero no de la experiencia, ya que no vemos con nuestros propios ojos (sí en imágenes claro, pero uno siempre puede mirar para el otro lado) a los delfines y tortugas atragantándose en su agonía de muerte tras haber tragado cantidades de desechos inorgánicos, ni a los niños nadando entre la basura, ni los resultados devastadores del cambio de clima.
Por el momento tenemos suficiente agua para beber y aire para respirar, así que, si hacemos oídos sordos a las advertencias de los medios y no nos adentramos mucho en el tema, parecería que podemos seguir disfrutando de las comodidades de la vida moderna.
Es así como, lamentablemente, a pesar de los sinceros intentos que se hacen en Israel para reducir el uso de productos contaminantes y aumentar la concienciación ambiental, innumerables familias siguen adictas a sus costumbres que producen enormes cantidades de basura y contaminantes ambientales.
Por suerte, tampoco faltan en Israel personas que se toman el tema muy en serio y tratan de encontrar soluciones efectivas. Aquí les cuento sobre tres de esas iniciativas.
1- Bolsas-red reusables para colectar verduras y frutas en los mercados pueden ahorrar al planeta enormes cantidades de plástico.
Algo muy simple que personalmente uso últimamente es una especie de bolsa-red reusable para recolectar verduras y frutas en los mercados.
Gracias a estas coloridas bolsas-red que siempre tengo en mi bolso y en el coche, prácticamente no he usado bolsas de plástico para colectar verduras en el mercado desde hace ya más de un año.
Las bolsas-red son ligeras, fáciles de usar y reusar (aun no he desechado ni una sola desde que las compré), y me ayudan a aportar algo al esfuerzo común por detener el deterioro del medio ambiente. Las redecillas se fabrican en el Kibutz Shaar Hagolan, y forman parte de una iniciativa ambiental-educacional-comunitaria (la fabricación de las bolsas-red da empleo a personas mayores) del Kibutz.
El nombre de la iniciativa en hebreo es «Sakiot o lo lihiot» cuya traducción literal sería «Bolsas o no ser», significando que si no nos acostumbramos a utilizar bolsas reusables dejaremos de existir.

El paquete de las bolsas llega con una nota, cuyos puntos principales traduzco al español a continuación:
Cada bolsa de plástico tarda 450 años en descomponerse.
¿Cuántas has utilizado hoy?
Las bolsas de plástico contaminan el medio ambiente y causan la muerte de muchos animales. Es posible aumentar la concienciación ambiental y cambiar las costumbres. Una manera de hacerlo es ir de compras con bolsas reusables.
2- Una empresa israelí convierte la basura común en un material altamente resistible que puede reemplazar el plástico, entre otros.

Otra iniciativa muy prometedora y quizá de mayor alcance ecológico es UBQ, una startup israelí que desarrolló una tecnología que permite convertir todos los desperdicios acumulados en los vertederos en un material altamente resistible (denominado UBQ) capaz de reemplazar el plástico, entre otros materiales.
Según sus desarrolladores, “todos los residuos” significa realmente todos: envases de todo tipo, restos de comida tanto vegetales como de origen animal, etc.
El cofundador de la empresa UQB, que tiene su base en la zona sureña de Israel denominada Neguev, es Jack «Tato» Bigio, quien llegó al país a los 18 años procedente del Perú.

El proceso patentado de conversión de basura en material UBQ comienza con la recepción de los residuos sólidos municipales depositados en los vertederos, aquellos que anteriormente se consideraban no reciclables.
La gran mayoría de los residuos domésticos están compuestos por materiales orgánicos.
La avanzada tecnología de conversión de residuos de UBQ los descompone en sus construcciones de partículas básicas -lignina, celulosa, fibras y azúcares- y luego los vuelve a ensamblar en una matriz.
Los plásticos mezclados restantes se funden y se unen a la matriz para crear UBQ™, un material termoplástico compuesto.

Algunas empresas mundiales están ya comenzando a probar y/o utilizar el material UBQ.
Entre ellas se puede mencionar a McDonald’s, donde lo usan en la fabricación de las bandejas (ver foto), el galardonado fabricante de productos de plástico Keter, Mercedes-Benz y Polyram Group.

Fuentes y fotos:
Israel Económico: https://www.israeleconomico.com/destacadas/la-firma-israeli-que-convierte-basura-en-material-que-remplaza-al-plastico/
UBQ (en inglés): https://www.ubqmaterials.com/about/
3- Este 3 de diciembre, durante la época festiva de Janucá, tuvo lugar una gran campaña de limpieza de costas a lo largo de todo Israel.

La campaña fue organizada por Mediterranean People IL junto con otras organizaciones medioambientales, entre ellas la Sociedad para la Protección de la Naturaleza en Israel, Zalul, Eco-Ocean, Delfis, la Autoridad de Protección de la Naturaleza y los Parques Nacionales en Israel y varias autoridades regionales y municipales.
La campaña fue un éxito en todos los aspectos, tanto ambientales como sociales y comunitarios.
Las fotos muestran las cantidades de basura recolectadas y las sonrisas de los voluntarios por la felicidad de hacer cosas en beneficio de nuestra sociedad y nuestro planeta.


Uno de los logros de dichas organizaciones se materializa en una serie de leyes municipales que prohíben la entrada de productos de plástico a las playas.
Algunas municipalidades que ya han promulgado la ley son: Eilat, Rishon Lezion, Ashkelon y Herzliya.
Fuentes y fotos:
Página FB de Mediterranean People en inglés https://www.medpeople.org.il/english/
Y https://www.facebook.com/MediterraneanPeopleIL/