Historia de Israel y de las comunidades judías en el mundo

«THE PROPHETESS» (LA PROFETISA)

LA NUEVA NOVELA DE DAVID JACOBSON

Varios años después de la expulsión de los judíos, una ola de retorno al judaísmo se extendió por una remota y pequeña comunidad de conversos en España.

Este despertar espiritual fue inspirado por las visiones de una niña, a la que sus seguidores llamaban «La Profetisa».

¿Quién era esa chica? ¿Dónde creció? ¿Cuáles fueron las circunstancias de su vida? ¿Qué le ocurrió finalmente?

La próxima novela de David Jacobson, cuya publicación (en inglés) está prevista para dentro de unos meses, responderá a todas esas preguntas.

Este bello relato, basado en hechos reales, nos remonta a las vidas de los miembros de una familia judía a través de diferentes lugares y épocas.

La historia abarca alrededor de quinientos años, pasando por España, Portugal, Irlanda, Ámsterdam, Alemania e Israel.

David Jacobson es coautor, junto con Chayuta Deutsch, de la maravillosa novela histórica (por el momento disponible solo en inglés y en hebreo) «The Rabbi’s Wife, The Bishop’s Wife» (Esposa del rabino, esposa del obispo).

Esta novela relata la increíble (aunque verídica) historia de Johanna, una mujer judía del siglo XIV. Su esposo Shlomo, un rabino importante y amado, se convierte al catolicismo y, con el tiempo, se convierte en obispo.

Tanto la historia de «La profetisa» como la de Johanna aparecen, obviamente de manera abreviada, en el cuaderno de viaje «Un judío en el Camino de Santiago» de David Jacobson.

«Un judío en el Camino de Santiago» presenta una perspectiva verbal y visual única del Camino Francés del norte de España, vista con un prisma judío.

El libro despliega, a través del recorrido del Camino, la rica historia, cultura y vida de los judíos españoles antes de ser expulsados en 1492.

En abril de 1970, mi papá, Herman (Tzvi) Kiperwas (Z”L), que era profesor de hebreo y durante los años que recuerdo se desempeñaba como director de la escuela «Shalom Aleijem» de Florida, Buenos Aires, Argentina, lanzó un curso para el autoaprendizaje del idioma hebreo para adultos, al que dio el nombre de «Idioma Redivivo».

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Su idea era publicar mensualmente cuadernos de aprendizaje acompañados de discos con lecciones grabadas, según un método de enseñanza que él mismo había desarrollado y que era sumamente revolucionario para aquella época (1970).

El curso permitía a los estudiantes leer sus primeras palabras y frases en hebreo escritas fonéticamente con el abecedario español, al tiempo que escuchaban su correcta pronunciación con ayuda de un disco. De ese modo les resultaba más fácil memorizar el vocabulario e incluso comenzar a articular frases enteras en hebreo.

En una fase posterior, el curso comenzaba a enseñar el abecedario hebreo y ofrecía cuadernos de práctica para rellenar.

El proyecto fue muy bien acogido por la comunidad judía de Buenos Aires, vendiéndose todos los cuadernos publicados.

Sin embargo, tras publicar las tres primeras lecciones con sus respectivos discos y tener preparada la cuarta, nos trasladamos con toda la familia a Israel, quedando el proyecto interrumpido para siempre.

Hace poco me topé con los cuadernos y sentí curiosidad por darles un vistazo. 

En los dos últimos párrafos de la introducción de la primera publicación, leí esto:

«En fin, con la presentación de este curso nos hemos propuesto, modestamente, contribuir dentro de nuestras limitadas posibilidades, a la popularización del idioma hebreo, con el fin —entre otros— de reforzar los lazos culturales de nuestras colectividades y de los nobles pueblos de habla española con el Estado de Israel.

Y lo hacemos inspirados en la memoria de Eliezer Ben Yehuda (1858-1922), el hombre que obró el milagro de «resucitar» el idioma hebreo, considerado durante casi dos milenios una lengua muerta…».

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Eso me hizo caer en la cuenta de que, sin Eliezer Ben Yehuda y la hazaña de resucitar la antigua y bíblica lengua hebrea, como traductora del y al hebreo solo podría traducir textos religiosos, ya que durante unos dos mil años el hebreo era considerado entre los judíos un idioma santo, «Leshon hakodesh», que era utilizado exclusivamente en el entorno religioso, mientras que en su vida cotidiana y laica se expresaban principalmente en el judeo-español o ladino de los judíos sefaradíes o en el judeo-alemán o yiddish de los judíos asquenazíes.

Fue Eliezer Ben Yehuda quien, visualizando el sueño del regreso del pueblo judío a su tierra ancestral, luchó por el renacimiento de la lengua hebrea y su arraigamiento en el pueblo como lengua viva.

En 1881 viajó a la Tierra de Israel (por entonces Palestina, parte del imperio otomano) y se instaló en Jerusalén, lugar de residencia de la mayor parte de los judíos en esa tierra.

Desde allí comenzó a difundir sus ideas de resurrección de la lengua hebrea por toda la tierra de Israel y la diáspora judía, poniendo en práctica tres planes de acción: «Hebreo en el hogar», «Hebreo en la escuela» y «Revitalización lingüística».

Él mismo dio el ejemplo en su casa, donde su hijo, Ben-Zion Ben Yehuda, creció como el primer hablante nativo del resucitado hebreo moderno (hoy en día lo hablan más de ocho millones de personas).

Cuando Eliezer Ben-Yehuda llegó al lugar en 1881, el hebreo no era en absoluto el lenguaje hablado por el pueblo judío.

Convencido de que para hacer posible el regreso a la patria histórica de los judíos en la Tierra de Israel era necesario transformar el hebreo, que durante siglos había sido utilizado en el contexto religioso únicamente, en un lenguaje moderno que pudiera ser usado en todos los ámbitos de la vida moderna, se propuso hacerlo e indudablemente lo logró con creces.

En 1922, el año de su muerte, había ya tantos judíos que hablaban el hebreo moderno en sus vidas cotidianas en la tierra de Israel, que las autoridades del Mandato Británico lo reconocieron como el idioma oficial de los judíos en Palestina.

Fue así como el idioma bíblico del pueblo judío, considerado una lengua muerta durante milenios, revivió y pasó a ser el idioma que se habla hoy en día en Israel, logrando unir a un pueblo disperso en todo el mundo alrededor de ese milenario idioma.

El fascinante proceso de resurrección de la antigua lengua hebrea aún no ha terminado.

La Academia de la Lengua Hebrea – que fue instituida en 1953 por la Knéset (parlamento) del entonces jovencísimo Estado de Israel – se ocupa hasta el día de hoy de crear palabras nuevas y encauzar el desarrollo del idioma según las necesidades surgentes en todos los ámbitos de la vida cotidiana y académica.

Por David Jacobson, autor del libro «Un judío en el Camino de Santiago» y coautor de la novela (aún inédita en español)  «The Rabbi´s Wife, The Bishop´s Wife» («Esposa del rabino, esposa del obispo»)

Salónica es una antigua ciudad portuaria del norte de Grecia. Los judíos han vivido allí al menos desde el siglo II a.C. Se dice que Pablo, el fundador del cristianismo, visitó la comunidad judía de Salónica. Algunas fuentes afirman que, tras predicarles tres veces, lo mandaron a paseo.

El antiguo barrio judío estaba cerca del puerto, ya que muchos judíos se dedicaban al comercio marítimo.

Los judíos de Salónica hablaban griego, sus nombres eran griegos y muchas de sus oraciones, incluyendo el importantísimo «Shemá Israel», se recitaban en griego. La antigua sinagoga romana «Etz Hahayim» sobrevivió hasta 1917.

Cuando el cristianismo se impuso en el imperio romano durante el siglo IV de nuestra era, la situación de los judíos se deterioró y perdieron gran parte de su libertad y sus derechos.

Los emperadores romanos cristianos a menudo imponían prohibiciones a la observancia judía (estudiar, cumplir los mandamientos de la Torá).

Durante las Cruzadas, los hooligans cristianos que asesinaban a los judíos en Francia y Alemania pasaron por Salónica de camino a la tierra de Israel y asesinaron a muchos judíos locales.

El famoso viajero Binyamin de Tudela visitó Salónica en 1169 y cuenta que allí vivían unos 500 judíos.

A partir de finales del siglo XIV llegaron a Salónica oleadas de migraciones de judíos que huían de la persecución cristiana en Europa occidental, lo que cambió la mezcla demográfica de la comunidad.

Los primeros emigrantes procedían de Hungría, seguidos por los judíos alemanes. Tras los pogromos antijudíos de 1391 en España, llegaron muchos judíos sefardíes.

Entre ellos destaca la rica y erudita familia Benveniste de Barcelona, que pudo salvar su enorme biblioteca de manuscritos judíos y la llevó a Salónica, lo que permitió a la comunidad establecer una destacada Yeshiva (centro de aprendizaje del Talmud) que atrajo a eruditos y estudiantes de todo el mundo judío.

En 1423 la ciudad pasó a estar bajo dominio veneciano. Aunque esto permitió a la comunidad desarrollar el intercambio académico con los judíos italianos, los judíos de Salónica sufrieron la pesada carga de los impuestos. Poco después, los otomanos conquistaron Salónica, liberando a la comunidad de la opresión cristiana.

Durante el siglo XV, los inmigrantes procedentes de Italia, seguidos de los refugiados asquenazíes de Baviera, enriquecieron aún más la mezcla demográfica de la comunidad.

Tras la expulsión de los judíos de España en 1492, llegó a Salónica un gran número de refugiados. En las décadas posteriores a la expulsión, la comunidad se convirtió en una abrumadora mayoría sefardí, y el ladino se convirtió en la lengua de los judíos de Salónica. Otra gran oleada de refugiados sefardíes llegó desde Portugal en 1536, tras el establecimiento de la Inquisición portuguesa.

En esa época, la comunidad de Salónica era la mayor del mundo judío, con más de 20.000 personas y 31 congregaciones.

Algunos de los refugiados de España convirtieron a Salónica en el principal centro académico del mundo judío durante los siglos XVI y XVII. Entre los eruditos sefardíes que se establecieron en Salónica podemos enumerar al rabino Yaacov ben Haviv de Zamora, autor de la monumental colección de Midrash «Ein Yaacov».

Atraído por la rica biblioteca talmúdica del clan Benveniste, el rabino Yaacov llegó a Salónica con su hijo el rabino Levi y su discípulo Yosef Taitazek. El rabino Taitazek está considerado como el principal erudito judío del siglo XVI, tanto en la disciplina talmúdica como en la cábala.

Su Yeshiva, que dirigió durante más de 40 años, atrajo a estudiantes de cerca y de lejos. Escribió numerosos responsa y comentarios sobre muchos libros bíblicos y tratados talmúdicos. Uno de los descendientes del rabino Taitazek fue Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista.

Otros destacados eruditos que vivieron en Salónica son el rabino Yosef Caro (que escribió su famoso código halájico «Bet Yosef» en los tres años que pasó en Salónica), el rabino Shmuel di Medina (conocido como «Rashdam»), el poeta Shlomo Alkabetz (autor de Lejá Dodí) y el rabino Eliyah Kobo, que fue el director de la Yeshiva de Salónica hacia finales del siglo XVII.

Durante los siglos XVI y XVII, la comunidad judía de Salónica era la mayor y más influyente del mundo, con unos veinte mil miembros, la mitad de la población de la ciudad. Cuando en 1555 el Papa persiguió a los judíos conversos de Ancona (Italia) que regresaban al judaísmo, los comerciantes de Salónica boicotearon el comercio con Ancona.

Los mercaderes judíos de Salónica se especializaban en la importación y exportación entre Oriente y Occidente de grano, textiles, especias, café, té, lana y seda. Otros judíos eran trabajadores portuarios o artesanos, como carpinteros, tejedores, tintoreros, etc.

Durante los siglos XVI y XVII hubo más de 30 congregaciones judías diferentes en Salónica. Cada una de ellas fue fundada por inmigrantes de otra ciudad. Su dirección colectiva estaba autorizada a decidir el reparto de las obligaciones fiscales entre los congregantes. Las mujeres, los huérfanos y los pobres estaban exentos de impuestos.

La comunidad empleaba a más de 200 profesores. Además de mantener su propio colegio de medicina, astronomía y ciencias naturales, la comunidad poseía una imprenta que imprimía muchos textos religiosos y profanos importantes.

El falso Mesías Shabtai Zvi operó en Salónica en 1657-8 y tenía muchos seguidores.

Los rabinos de la comunidad lo expulsaron de Salónica, pero varios centenares de miembros de la comunidad siguieron creyendo en él, e incluso se convirtieron al Islam cuando lo hizo. Tras esta crisis, las 30 congregaciones decidieron unirse.

A medida que el imperio otomano fue decayendo en el siglo XVIII, lo mismo ocurrió con la comunidad judía de Salónica en todos los aspectos: académico, económico y demográfico.

La Yeshiva de Salónica ya no atraía a estudiantes prometedores de otros países, y Europa del Este sustituyó a Salónica como centro de la erudición judía. Entre los rabinos de Salónica de esa época destaca el rabino Moshe Amarilio, famoso por sus responsas.

El primer periódico en lengua ladina, El Lunar, se publicó por primera vez en Salónica en 1864. Pronto le siguió un competidor, La Época.

A finales del siglo XIX funcionaban en Salónica teatros en yiddish y ladino. Los movimientos juveniles sionistas comenzaron a operar en la ciudad a principios del siglo XX. La fabricación industrial de textiles sustituyó a las ocupaciones tradicionales de los judíos, pero muchos siguieron trabajando en el puerto, que estaba cerrado en Shabat y en las fiestas judías.

En aquella época, los judíos de Salónica, que sumaban 80.000, eran aproximadamente la mitad de los residentes de la ciudad.

En 1912, Salónica pasó a estar bajo el gobierno de Grecia y los judíos obtuvieron la igualdad de derechos. Un incendio catastrófico devastó la ciudad en 1917, dejando a la mayoría de los judíos locales sin hogar. El gobierno estaba dispuesto a indemnizarlos, pero su política de «helenización» no permitió que los judíos regresaran a la ciudad recién construida.

Muchos emigraron a Estados Unidos y Egipto. Los judíos estaban impedidos de ser elegidos para el parlamento griego.

En 1936 los árabes que vivían en la tierra de Israel declararon una huelga contra los judíos, impidiéndoles utilizar los puertos de Yaffo y Haifa, que en ese momento estaban en manos de los árabes bajo el dominio británico. Los judíos de Israel reaccionaron construyendo un puerto en Tel Aviv.

Más de quince mil trabajadores judíos de Salónica vinieron a establecerse en Israel para construir y operar el primer puerto judío después de 2000 años.

Cincuenta y cinco mil judíos vivían en Salónica cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Casi todos fueron deportados a Auschwitz en 1943 y asesinados por los nazis.

Cuando la guerra terminó, había menos de dos mil judíos viviendo en Salónica. Lamentablemente, la comunidad actual es sólo una sombra de lo que fue.

Las imágenes muestran la sinagoga Monastir de Salónica, y el puerto a principios del siglo XX.

sinagoga

La historia no tan conocida del agente de inteligencia más creativo de Inglaterra, nacido en Jaffa, Palestina, por entonces parte del Imperio Otomano.

Por Yaakov Ben Cnaan, historiador e investigador de la historia de Israel, residente en Kfar Vradim, Galilea Occidental, Israel.

En el año 1892 nacía en la colonia americana-alemana de Jaffa un bonito bebé que recibió el nombre de Ionah. Su padre, un aristócrata ruso y naturalizado alemán de nombre Plato Ustinov (si el hombre Ustinov os suena conocido, verán más adelante el porqué), se había asentado en Jaffa en 1878, donde vivía del dinero obtenido por la venta de sus propiedades en Rusia. La madre del recién nacido,  Magdalena, era hija de un judío convertido al cristianismo y una mujer etíope.

Hasta los trece años estudió en la escuela templaria de la colonia. Luego lo mandaron a seguir sus estudios en Alemania y más tarde en Francia. Su padre quería que fuera arqueólogo, pero el joven Ionah quería ser diplomático. Lo atraía la idea de viajar, vivir en el extranjero y encontrarse con personas importantes e interesantes. En la Universidad de Berlín cursó estudios de Derecho y de Árabe Clásico, este último para complementar el idioma árabe moderno que conocía desde su niñez en Jaffa. Al estallar la Primera Guerra Mundial Jonah Ustinov se alistó, como ciudadano alemán, al ejército alemán, donde sirvió en la Fuerza Aérea. Durante la guerra fue galardonado con varias medallas de excelencia y cuando esta finalizó comenzó a trabajar como periodista para una agencia de noticias alemana en Ámsterdam.

Este chico nacido en Jaffa se convirtió en un hombre de destacada personalidad. Hablaba el árabe, inglés, francés, español e italiano. Contaba con una variedad de talentos: era perspicaz, alegre y sociable, amaba la buena vida, sabía contar historias y chistes de manera cautivante y tenía amplios conocimientos tanto en áreas importantes como en otras menos trascendentales. Su extraordinaria capacidad para comunicarse con las personas lo posicionaba siempre en el centro de cualquier entorno social.

A pesar de ser de baja estatura (157 cm) era un «Don Juan» que sabía encantar a las mujeres con su colorida personalidad. Su mujer fue quien le dio el apodo «Klop» (en ruso: piojo). Según ella, tal como los piojos saltan de lugar en lugar, así saltaba Klop de cama en cama entre sus amantes. El apodo de Klop se le quedó adherido y lo siguió acompañando hasta el final de sus días.

Klop trabajó muchos años como periodista en la agencia alemana “Wolf”. Desde principios de la década de 1930 trabajó como agregado de prensa en la Embajada Alemana de Londres. Con el ascenso del nazismo, se dio cuenta de que la política alemana nazi era contraria a su visión del mundo. Al igual que a todo el resto del personal diplomático alemán, se le requirió demostrar su origen ario. Sin embargo, como se menciona al principio de este artículo, por sus venas corría la sangre judía y la sangre etíope. La respuesta que dio a sus superiores fue: «que primero demuestre Joseph Goebbels (ministro de Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich) su origen ario, luego estaré dispuesto a hacerlo yo también». Al negarse a cooperar con dicho requisito, lo despidieron de su trabajo en la embajada. Fue entonces cuando decidió emigrar a Inglaterra.

Durante su trabajo como agregado de prensa en Londres, Klop fue reclutado por el Servicio de Seguridad británico y utilizó la posición que había tenido en la embajada para proporcionar información sobre Alemania. Sus superiores se dieron cuenta inmediatamente de que Klop era un valioso recurso para la Inteligencia británica por su personalidad y por ser un periodista experimentado y contar con amplios contactos entre la comunidad de inmigrantes de Alemania y Rusia en el Reino Unido. En 1935, Klop se hizo agente y pasó a formar parte del Servicio de Seguridad Británico (MI5).

La casa de Klop sirvió como un lugar de encuentro para fiestas y recepciones de altos funcionarios alemanes y británicos. Klop reclutó al primer secretario de la embajada alemana en Londres y lo convirtió en la fuente más importante que tenían los británicos en los años previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su reputación ascendió rápidamente tras conseguir reclutar agentes del organismo de inteligencia del ejército alemán, y sus agentes proporcionaron información de la más alta calidad. Su nombre surgía en las conversaciones de toda la comunidad de Inteligencia británica. El jefe del Servicio de Seguridad dijo sobre él: «HE IS THE BEST AND MOST INGENIOUS OPERATOR I HAVE KNOWN».

Gracias a los agentes que reclutó, los británicos tenían una idea exacta de los planes de Alemania y de su abastecimiento de armas antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Klop siguió en el Servicio de Seguridad hasta 1957. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial (y durante la Guerra Fría) se dedicó principalmente a frustrar las actividades de la Inteligencia Soviética en Gran Bretaña. También en este campo tuvo mucho éxito.

Klop no volvió a visitar su tierra natal desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta su muerte, en 1962. Fue su famoso hijo, el actor, director y escritor Peter Ustinov, quien cerró el círculo de la conexión de su familia con la tierra de Israel. Cuando viajó a dicho país en los años 80, visitó la casa donde había vivido su familia en la colonia americano-alemana de Jaffa y mostró gran interés por las experiencias de su abuelo. Peter Ustinov describió su visita en Israel en su libro autobiográfico «Dear Me» (en inglés, no he encontrado una versión en español), cuya primera edición fue publicada en 1977. Para quienes se interesen en el tema, además de la autobiografía de Peter Ustinov, está también el libro «The Bedbug» (también en inglés) que cuenta justamente la historia de este hombre que fue considerado como «el espía más ingenioso de Gran Bretaña»